Elecciones porteñas 2011
Clarín no quiere a Amado Boudou
Publicado el 6 de Abril de 2011Por
Este economista acusado de derechoso, por su pasado juvenil, está muy distante de aplicar lo que aprendió en los manuales inspirados en la apologética visión del equilibrio entre oferta y demanda.
Preocupado por las idas y venidas del electorado porteño, el editorialista de Clarín Julio Blanck desarrolla un análisis histórico de los resultados en la Ciudad, dejando claro que la derecha logró ganar varias veces la misma. Si bien no es novedoso el planteo, su visión reduce las expresiones políticas de millones de personas en un target modelo que cae en contradicciones. Sin embargo, es cierto que existe un caudal electoral de centro que puede posicionarse por una u otra opción.
Igualmente, la preocupación de Blanck está en dejar claro que el verdadero "progresismo" estaría expresado por Graciela Ocaña y Roy Cortina (¿¡cuack!?) y reduce las posibilidades de Daniel Filmus, que claramente reconoce como bien posicionado en las encuestas, por la tendencia del dedo de Cristina hacia Amado Boudou. En ese sentido, avanza sobre la imagen del ministro, acusándolo de converso y remarcando apoyos como Hebe de Bonafini o Hugo Moyano (tratando de indigestar a los votantes "progresistas"). Por eso, Julio Blanck no quiere comerse un sapo, sino un verdadero príncipe de derecha.
No son pocos los que desde la derecha quieren correr por izquierda al gobierno, y chicanean con el pasado liberal del ministro de economía Amado Boudou. Sin duda fue un alumno destacado del neoclasicismo, sin embargo, a diferencia de Domingo Cavallo, que le marcó el ritmo al gobierno del innombrable de 1989, y recordemos que estuvo acompañado por un señor de cabeza muy grande, este economista acusado de derechoso por su pasado juvenil, está muy distante de aplicar lo que aprendió en los manuales inspirados en la apologética visión del equilibrio de oferta y demanda, por el contrario, sus políticas marcan un eje central para un proyecto de inclusión.
Sólo con repasar sus acciones, que van desde ampliar la prestación de jubilaciones en la ANSES, reestatizar las AFJP, sacar de la neutralidad al Banco Central para negociar la deuda externa, propiciar la Asignación Universal por Hijo, ampliar la accesibilidad de Internet, no subordinarse a las políticas recesivas del FMI; son algunos puntos que deberían poner en duda el neoliberalismo de Boudou y analizar el impacto de sus medidas en el marco de un desarrollismo, si es que espanta decir un proyecto nacional y popular.
Y si hay dudas que el ministro de Economía no sigue los preceptos mercantiles, al menos debemos sospecharlo de pseudoliberal por sus herejías ante el FMI. Públicamente sostuvo que no se iba a someter a las políticas del organismo y cumplió, durante los últimos dos años no enfrió la economía. No sólo eso, sino que además promovió la salida de la neutralidad del Banco Central, para usar reservas como pago. Y contrario a las profecías del caos, se mantuvo la estabilidad económica.
Quizás alguno plantee que no había que pagar una deuda ilegal e ilegítima, o pedir una negociación política de la misma. Lo cierto es que el default tuvo sus costos económicos, y que Boudou logró un fuerte desendeudamiento vía mercado, pero con un claro posicionamiento político, sacando a la economía argentina de sus condicionamientos estructurales y permitiéndole tener maniobrabilidad macroeconómica.
En definitiva, quien acusa a Boudou por liberal no ve los procesos históricos, y este razonamiento olvida ejemplos como, que desde una mirada conservadora instrumentaron propuestas alternativas, nos muestran a un Prebisch instrumentando un Banco Central, como regulador del sistema monetario, o a un Pinedo, del socialismo independiente, que impulsó mecanismos como las juntas reguladoras de carnes y granos, una herramienta que sería interesante recuperar.
Además, no comprende los cambios que produjo la crisis del patrón de acumulación en 2001 y la reconfiguración de relaciones sociales y políticas a partir de 2003. Un esquema que aún está en tensión, porque el sector exportador sigue jugando fuertemente –no olvidemos la 125– pero que los lineamientos estructurales de la relación productiva, la distribución de ingresos y el desarrollo social están marcados por una presencia activa del Estado y no por el darwinismo del mercado.
Es claro que el Grupo Clarín no quiera a Amado Boudou, y a través de sus editorialistas desarrollan mensajes tratando de bajar sus posibilidades electorales en la Ciudad. Por suerte, el gobierno cuenta con propuestas consolidadas en la Ciudad, como la construcción de Daniel Filmus o la articulación de Carlos Tomada. Por lo que la convergencia de propuestas permitirá superar ese intento de bloqueo.
Sin embargo, cabe señalar, no se puede constituir una falacia ad hominem por el pasado personal, más en términos ideológicos, si en el presente se responsabiliza de sus actos. Inclusive, quizá Boudou sea un claro ejemplo contrapuesto al teorema de Baglini, que hacía que un izquierdista se acerque al poder y actúe por derecha, y muestre la nueva comprensión de la política que inauguró Néstor Kirchner, que no le quita el cuerpo a las utopías.
Contrario a los anuncios de discordias planteados por el Grupo Clarín, fue interesante ver a los tres candidatos compartir una tribuna en el acto de La Cámpora, algo que quien escribe sólo presenció en el PT brasileño, donde los rivales internos debaten en tribunas compartidas. Lo que implica una clara convicción a apoyar el modelo más allá de los posicionamientos personales o grupales.
En definitiva, seguramente se tendrá que optar por una articulación y propuesta para la Ciudad, que al interior del arco político que apoya al gobierno no complazca a todos, sin embargo, es propicio el escenario para apostar a convergencias, tanto para la propuesta de Daniel Filmus, Carlos Tomada o el mismo compañero y camarada Amado Boudou. La ciencia política deja paso a la política. <
Este economista acusado de derechoso, por su pasado juvenil, está muy distante de aplicar lo que aprendió en los manuales inspirados en la apologética visión del equilibrio entre oferta y demanda.
Preocupado por las idas y venidas del electorado porteño, el editorialista de Clarín Julio Blanck desarrolla un análisis histórico de los resultados en la Ciudad, dejando claro que la derecha logró ganar varias veces la misma. Si bien no es novedoso el planteo, su visión reduce las expresiones políticas de millones de personas en un target modelo que cae en contradicciones. Sin embargo, es cierto que existe un caudal electoral de centro que puede posicionarse por una u otra opción.
Igualmente, la preocupación de Blanck está en dejar claro que el verdadero "progresismo" estaría expresado por Graciela Ocaña y Roy Cortina (¿¡cuack!?) y reduce las posibilidades de Daniel Filmus, que claramente reconoce como bien posicionado en las encuestas, por la tendencia del dedo de Cristina hacia Amado Boudou. En ese sentido, avanza sobre la imagen del ministro, acusándolo de converso y remarcando apoyos como Hebe de Bonafini o Hugo Moyano (tratando de indigestar a los votantes "progresistas"). Por eso, Julio Blanck no quiere comerse un sapo, sino un verdadero príncipe de derecha.
No son pocos los que desde la derecha quieren correr por izquierda al gobierno, y chicanean con el pasado liberal del ministro de economía Amado Boudou. Sin duda fue un alumno destacado del neoclasicismo, sin embargo, a diferencia de Domingo Cavallo, que le marcó el ritmo al gobierno del innombrable de 1989, y recordemos que estuvo acompañado por un señor de cabeza muy grande, este economista acusado de derechoso por su pasado juvenil, está muy distante de aplicar lo que aprendió en los manuales inspirados en la apologética visión del equilibrio de oferta y demanda, por el contrario, sus políticas marcan un eje central para un proyecto de inclusión.
Sólo con repasar sus acciones, que van desde ampliar la prestación de jubilaciones en la ANSES, reestatizar las AFJP, sacar de la neutralidad al Banco Central para negociar la deuda externa, propiciar la Asignación Universal por Hijo, ampliar la accesibilidad de Internet, no subordinarse a las políticas recesivas del FMI; son algunos puntos que deberían poner en duda el neoliberalismo de Boudou y analizar el impacto de sus medidas en el marco de un desarrollismo, si es que espanta decir un proyecto nacional y popular.
Y si hay dudas que el ministro de Economía no sigue los preceptos mercantiles, al menos debemos sospecharlo de pseudoliberal por sus herejías ante el FMI. Públicamente sostuvo que no se iba a someter a las políticas del organismo y cumplió, durante los últimos dos años no enfrió la economía. No sólo eso, sino que además promovió la salida de la neutralidad del Banco Central, para usar reservas como pago. Y contrario a las profecías del caos, se mantuvo la estabilidad económica.
Quizás alguno plantee que no había que pagar una deuda ilegal e ilegítima, o pedir una negociación política de la misma. Lo cierto es que el default tuvo sus costos económicos, y que Boudou logró un fuerte desendeudamiento vía mercado, pero con un claro posicionamiento político, sacando a la economía argentina de sus condicionamientos estructurales y permitiéndole tener maniobrabilidad macroeconómica.
En definitiva, quien acusa a Boudou por liberal no ve los procesos históricos, y este razonamiento olvida ejemplos como, que desde una mirada conservadora instrumentaron propuestas alternativas, nos muestran a un Prebisch instrumentando un Banco Central, como regulador del sistema monetario, o a un Pinedo, del socialismo independiente, que impulsó mecanismos como las juntas reguladoras de carnes y granos, una herramienta que sería interesante recuperar.
Además, no comprende los cambios que produjo la crisis del patrón de acumulación en 2001 y la reconfiguración de relaciones sociales y políticas a partir de 2003. Un esquema que aún está en tensión, porque el sector exportador sigue jugando fuertemente –no olvidemos la 125– pero que los lineamientos estructurales de la relación productiva, la distribución de ingresos y el desarrollo social están marcados por una presencia activa del Estado y no por el darwinismo del mercado.
Es claro que el Grupo Clarín no quiera a Amado Boudou, y a través de sus editorialistas desarrollan mensajes tratando de bajar sus posibilidades electorales en la Ciudad. Por suerte, el gobierno cuenta con propuestas consolidadas en la Ciudad, como la construcción de Daniel Filmus o la articulación de Carlos Tomada. Por lo que la convergencia de propuestas permitirá superar ese intento de bloqueo.
Sin embargo, cabe señalar, no se puede constituir una falacia ad hominem por el pasado personal, más en términos ideológicos, si en el presente se responsabiliza de sus actos. Inclusive, quizá Boudou sea un claro ejemplo contrapuesto al teorema de Baglini, que hacía que un izquierdista se acerque al poder y actúe por derecha, y muestre la nueva comprensión de la política que inauguró Néstor Kirchner, que no le quita el cuerpo a las utopías.
Contrario a los anuncios de discordias planteados por el Grupo Clarín, fue interesante ver a los tres candidatos compartir una tribuna en el acto de La Cámpora, algo que quien escribe sólo presenció en el PT brasileño, donde los rivales internos debaten en tribunas compartidas. Lo que implica una clara convicción a apoyar el modelo más allá de los posicionamientos personales o grupales.
En definitiva, seguramente se tendrá que optar por una articulación y propuesta para la Ciudad, que al interior del arco político que apoya al gobierno no complazca a todos, sin embargo, es propicio el escenario para apostar a convergencias, tanto para la propuesta de Daniel Filmus, Carlos Tomada o el mismo compañero y camarada Amado Boudou. La ciencia política deja paso a la política. <
No hay comentarios:
Publicar un comentario